Por Alejandro Penalba.
Desde hace un tiempo empresas como Wolters Kluwer y Google están trabajado conjuntamente en la aplicación al mundo legal de las tecnologías de Inteligencia Artificial y el aprendizaje de las máquinas (Machine Learning).
Las principales empresas del sector se han dado cuenta de ello y los movimientos en este sector son constantes. Por ejemplo, hace unos meses LexisNexis ha adquirido la “startup” jurídica “Lex Machina”, que analiza datos de juzgados y tribunales en sus decisiones sobre temas relativos a marcas y patentes, ayudando al abogado a decidir en qué juzgado obtendrán el mejor resultado en su caso.
También IBM está invirtiendo para integrar su tecnología en varios de sus productos, como Ross, su robot jurídico basado en la tecnología Watson; y Wolters Kluwer está trabajando en el área del Big Data para complementar sus soluciones de movilidad y sistemas en la nube.
Todo ello ha confluido y ha propiciado el nacimiento de la JURIMETRIA. Se trata de un innovador avance en la analítica jurisprudencial estadística y predictiva que ayudará a los profesionales del Derecho a preparar su estrategia procesal y argumentación legal atendiendo a criterios de probabilidad de lo que puede ocurrir en un proceso judicial.
Este instrumento permite tomar las decisiones procesales de forma rápida a través de indicadores gráficos y visuales, basados en el análisis cognitivo de millones de resoluciones judiciales, desde todos los puntos de vista: duración del procedimiento, argumentación legal del juez o la contraparte, línea jurisprudencial o posibilidad de que un asunto sea o no recurrido.
El incremento de capacidad de la inteligencia artificial, así como sus cada vez mejores resultados, junto con la reducción de las barreras económicas para acceder a ella, ha consolidado una potente industria de soluciones diseñadas específicamente para el sector jurídico.
Todos los despachos, en un futuro más próximo de lo que pensamos, van a utilizar algún tipo de aplicación de inteligencia artificial. Este uso puede venir integrado en las bases de datos jurídicas comercializadas por las grandes empresas del sector, o bien por la contratación directa de aplicaciones con capacidad para abordar algunas de las funciones vistas.
Sin embargo, no todos los despachos necesitarán el mismo tipo de tecnología. La respuesta a la solución de inteligencia artificial que les pueda convenir vendrá definida por varios factores, entre ellos: el modelo de negocio, la estrategia y objetivos marcados, el tamaño del despacho y los recursos que disponga.
El trabajo de los abogados se verá afectado por dicha tecnología, pero más allá de esto, que podríamos contemplar otra vez como una oportunidad, los clientes van a esperar que conozcamos esta tecnología y que les asesoremos en los efectos jurídicos de dichas transacciones. Es en este momento cuando la inteligencia artificial deja de ser una oportunidad para convertirse en una necesidad.
Ante este panorama debemos preguntarnos si ante los nuevos avances tecnológicos ¿solo un estudio del caso o del problema jurídico desde un punto de vista estadístico o del big data (gran volumen de datos), es suficiente para atender el problema del cliente?
Mi opinión es que no, el resultado de un proceso judicial depende también de factores externos no registrables, como son la actuación de los testigos, peritos, inclusive de propias actuaciones de los letrados (oratoria, etc.) y estos pueden influir hasta el punto de que la resolución rompa con lo que el programa informático nos dice del tal juez o juzgado ha hecho según las estadísticas.
Aunque es innegable que, al igual que lo fueron en su día las bases de datos jurisprudenciales o los softwares de gestión del despacho, la jurimetría va a ser una herramienta imprescindible para los abogados, sin embargo, no debemos olvidar que detrás de un problema jurídico se esconde un problema HUMANO, y en lo concerniente este, existen una multitud de variables e inputs que hasta ahora la tecnología no ha podido abarcar, por muchas veces que se diga que la ficción supera la realidad.